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Programas educativos diferenciados para la población rural colombiana

Álvaro Andrés Rivera Sepúlveda

Universidad Militar Nueva Granda, Colombia

Miembro de la Red Temática de Investigación de Educción Rural- RIER


El Observatorio del Derecho a la Educación y la Justicia (ODEJ) es una plataforma para el pronunciamiento público, impulsado por el Campo Estratégico en Modelos y Políticas Educativas del Sistema Universitario Jesuita (SUJ). Su propósito consiste en la construcción de un espacio de análisis informado y de posicionamiento crítico de las políticas y las reformas educativas en México y América Latina, arraigado en la realidad social acerca de las injusticias del sistema educativo, y recupera temas coyunturales y estructurales con relación a la agenda educativa vigente.

Los programas educativos diferenciados para la población rural se han implementado en diferentes países iberoamericanos como respuesta a la necesidad de ofrecer el servicio educativo en comunidades que, debido a su ubicación geográfica, nivel de dispersión o características propias no pueden ser atendidas bajo los parámetros del sistema educativo formal. En Colombia, particularmente, estos programas experimentaron un auge entre las décadas de los setenta y ochenta, extendiéndose su ejecución hasta cerca de 2010. Posterior a esta fecha, la inversión en estos programas se ha reducido considerablemente, aunque sobre el papel algunos de ellos continúen funcionando. El propósito de las siguientes líneas es esbozar los rasgos más relevantes de algunas de estas propuestas, finalizando con una breve nota sobre la vigencia de la educación diferenciada para la población rural colombiana en el momento actual.


Escuela Nueva Rural


A comienzos de los años sesenta la Universidad de Pamplona, siguiendo las directrices de la UNESCO, organizó la primera Escuela Unitaria de carácter demostrativo, cuya principal novedad consistió en la implementación del sistema multigrado. El programa de oficializó en 1967, cuando el Ministerio de Educación Nacional promovió su expansión, a través de los Centros Regionales de Capacitación, a más de 150 escuelas rurales en los departamentos de Norte de Santander y Boyacá. No obstante, en su proceso de expansión, el programa comenzó a evidenciar algunas deficiencias relacionadas sobre todo con la obtención de recursos y la formación del profesorado, lo que conllevo a una revisión y actualización que condujo, en 1975, a la creación de una nueva propuesta: Escuela Nueva (Rivera y Zavala, 2019).


Con el concurso económico de la banca multilateral y de organismos internacionales como la UNICEF, en sus primeros años de funcionamiento Escuela Nueva logró extenderse a más de 500 escuelas rurales en los departamentos de Norte de Santander, Boyacá y Cundinamarca (MEN, 2006). En 1990, por medio del decreto 1490, el Gobierno Nacional adoptó la metodología Escuela Nueva como el principal mecanismo para la atención de la educación básica primaria en zonas rurales y urbano-marginales colombianas. En los primeros años del nuevo milenio, el programa se estaba implementando en más de 24 000 escuelas de básica primaria a nivel nacional y había tenido impacto en más de 15 países (FAO, 2004).


Entre sus rasgos más relevantes se destacan la atención educativa en aulas multigrado, la adaptación pedagógica de la huerta escolar y otros espacios, la participación de las familias en el sostenimiento de la escuela, el calendario escolar adaptado a las condiciones del medio, la promoción flexible y diferenciada de cada estudiante, la utilización de guías de aprendizaje, la implementación del gobierno escolar y la formación inicial y permanente del profesorado.


Sistema de Aprendizaje Tutorial – SAT

En los años setenta la educación rural en Colombia presentaba dos problemáticas: la ausencia de oferta educativa para el nivel de secundaria y la falta de articulación del currículo con las necesidades de la sociedad campesina. Para responder a estas demandas, la Fundación para la Aplicación y Enseñanza de las Ciencias (FUNDAEC) impulsó una iniciativa con algunas comunidades rurales del departamento del Cauca, que tenía como fin el diseño de un programa que permitiera la continuidad educativa de los estudiantes que finalizaban la primaria, y que a su vez aportara al mejoramiento de las prácticas productivas del sector (Perfetti et al., 2001).


Después de una prueba piloto realizada en 1975 con un grupo de 25 jóvenes, la propuesta fue madurando en sus rasgos más relevantes: la organización de grupos de estudio y de trabajo veredales en torno al desarrollo de un proyecto productivo y la figura del tutor como agente de acompañamiento. En 1980 el programa comenzó a implementarse por todo el departamento, irrigándose por otras regiones y finamente por todo el país. En su fase de consolidación, el programa llegó a ser adaptado en países como Honduras, Guatemala y Ecuador (Cuesta, 2008).


El SAT es una propuesta de educación formal desescolarizada dirigida a niños, jóvenes y adultos con la primaria concluida e interesados en continuar sus estudios sin abandonar las actividades productivas que se adelantan en sus comunidades. En su estructura, el programa plantea tres etapas, cada una de dos años, que permiten al estudiante cursar el ciclo completo en el nivel de secundaria: a) impulsor de bienestar rural, b) prácticos en bienestar rural y c) bachiller en bienestar rural. Así, el SAT no surge únicamente como una alternativa educativa, sino también como una estrategia que favorece el desarrollo rural de las comunidades (MEN, 2006).


Servicio de Educación Rural – SER


En 1996 el grupo de investigación Servicio de Educación Rural (SER), adscrito a la Universidad Católica de Oriente, inició un estudio sobre la educación básica comunitaria para los sectores más pobres del oriente de Antioquia, el cual derivó en el diseño de una propuesta educativa que fue valorada por COLCIENCIAS como innovadora y pertinente en su intención de contribuir al desarrollo rural del país. Simultáneamente, la participación de la Universidad Católica de Oriente en la elaboración del decreto 3011/97, mediante el cual se establecieron normas para la educación de adultos en el país, así como su intervención en la construcción del Proyecto de Educación Rural liderado por el Ministerio de Educación Nacional, permitió que la propuesta del SER fuera reconocida oficialmente como uno de los programas de educación rural en Colombia dentro del ámbito formal (FAO, 2004; MEN, 2006).


El programa está dirigido a jóvenes y adultos en extraedad interesados en culminar su educación en los niveles de primaria y secundaria; su adopción requiere, por parte de las comunidades destinatarias, un proceso previo de preparación en el que se conjugan esfuerzos de los actores locales y los agentes técnicos de la Universidad Católica de Oriente. En sentido amplio, el objetivo que persigue el SER consiste en ofrecer a la población joven y adulta del medio rural una educación formal de calidad, coherente con la naturaleza del mundo campesino, y así contribuir tanto a la culminación exitosa de su trayectoria escolar como al desarrollo de sus comunidades (FAO, 2004; MEN, 2006).


Aceleración del Aprendizaje


En 1998 el Estado colombiano identificó que, como consecuencia de la deserción escolar, 23% de los niños matriculados en la básica primaria de los centros urbanos y 40% en las áreas rurales tenían una edad que no correspondía al promedio para el grado que estaban cursando (MEN, 2010). Fue así como el Ministerio de Educación Nacional, en alianza con la Federación Nacional de Cafeteros, Corpoeducación y las Secretarías de Educación de Bogotá y Cundinamarca, firmó un convenio con el Ministerio de Educación de Brasil para adoptar el programa Aceleración del Aprendizaje implementado en ese país desde 1995 (Rivera y Zavala, 2019).


Durante 1999 se llevó a cabo el proceso de adaptación del programa a las condiciones del contexto colombiano. En 2000 se realizó una prueba piloto con población rural en extraedad de los departamentos de Boyacá, Cauca, Caldas, Cundinamarca, Huila, Risaralda, Santander y a la población urbano-marginal en Bogotá. Posteriormente, entre 2000 y 2009, el Modelo había logrado extenderse a lo largo y ancho de todo el territorio nacional (MEN, 2010).


El programa está dirigido a niños y jóvenes entre los 9 y 15 años que por diversas razones no pudieron concluir su primaria y que cuentan con por lo menos tres años de retraso; adicionalmente, debido a su edad, resultan demasiado mayores para permanecer en el aula regular y muy jóvenes para ser atendidos como población adulta. En líneas generales, el objetivo del programa es ofrecer una experiencia alternativa de educación formal que permita a sus destinatarios recuperar la autoestima, ampliar su potencial de aprendizaje y nivelar su primaria para continuar satisfactoriamente sus estudios secundarios. En parte, esto requiere que los participantes se integren a un proceso de escolarización en aulas de aceleración todos los días de la semana, de modo que al cabo de un año puedan avanzar por lo menos dos grados con relación con el último nivel cursado (FAO, 2004; MEN, 2006; MEN, 2010).


Programa de Educación Rural (PER)


Entre otras circunstancias, el descontento generalizado de la población rural por al carácter centralizado de la Ley General de Educación de 1994 y las marchas campesinas que reclamaron mayor atención a las necesidades sociales de este segmento de la población, contribuyeron a que en 2000 (y durante casi 10 años) el Ministerio de Educación Nacional implementara el Proyecto de Educación Rural (PER), el cual articuló nueve programas educativos flexibles para responder a las variadas necesidades de la población rural colombiana. Los costos de la iniciativa alcanzaron la cifra de 120 millones de dólares, de los cuales el Banco Mundial aportó 50%, el Gobierno Nacional 37% y las Administraciones Municipales beneficiadas el 13% restante (Rodríguez, Sánchez y Armenta, 2007). En la siguiente tabla se pueden apreciar los programas articuladores de este proyecto.



Fuente: datos tomados del Ministerio de Educación Nacional.


Aunque sobre el papel algunos de estos programas continúen activos, en su gran mayoría se llevan a cabo parcialmente y sobre la base de su concepción más general, debido a que aspectos esenciales para su correcto funcionamiento, como el suministro de recursos, el apoyo técnico y la formación de maestros se han reducido considerablemente por la falta de financiación. En las bases de datos del Ministerio de Educación Nacional se puede apreciar que algunas instituciones ubicadas en zona rural continúan operando con estos programas, por ejemplo, en una institución localizada en el Caribe colombiano, las bases reportan que aplica una Educación Tradicional, pero también Escuela Nueva, Aceleración del Aprendizaje, Cafam y Programa para jóvenes en extraedad y adultos.


No obstante, en un trabajo de campo que se adelantó en esta institución, se pudo apreciar que Escuela Nueva se reduce al ejercicio casi clandestino que realizan algunos docentes en escuelas multigrado de difícil acceso, por cuanto no están garantizados otros aspectos fundamentales del programa como la promoción flexible, los rincones de trabajo, las cartillas de aprendizaje y, mucho menos, la formación del profesorado. Por su parte, los Programas para jóvenes en extraedad y adultos, que son orientados por los mismos docentes de la institución educativa, se limitan a encuentros esporádicos los sábados, pero sin ningún tipo de material pedagógico ni de apoyo técnico especializado; por el contrario, con frecuentes retrasos en la remuneración de los docentes (Rivera, 2019).


Así, se puede colegir que la educación diferenciada para la población rural colombiana pasó de ser una acción directamente liderada y financiada por el gobierno central, para constituirse en una iniciativa de las administradoras municipales, las secretarias locales de educación y las instituciones educativas, lo que irremediablemente supedita la materialización de esta atención, al parecer, a prioridades y capacidad de coordinación de los funcionarios locales de turno, en cuyos términos el Ministerio de Educación Nacional funge exclusivamente como órgano coordinador y asesor.


Referencias

Cuesta, O. (2008). Reflexiones sobre la educación rural en el marco de la comunicación-educación. Revista Civilizar. Ciencias sociales y humanas, 8(15), 89-102.

Fondo de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) (2004). Educación para la población rural en Brasil, Chile, Colombia, Honduras, México, Paraguay y Perú. UNESCO.

Ministerio de Educación Nacional (MEN) (2006). Portafolio de modelos educativos. Autor.

Ministerio de Educación Nacional (MEN) (2010). Modelo educativo aceleración del aprendizaje. Autor.

Perfetti, M., Leal, S., y Arango, P. (2001). Experiencias alternativas para la expansión del Acceso a la educación secundaria para los jóvenes en las zonas rurales: el sistema de aprendizaje Tutorial (SAT) y el modelo de posprimaria rural de Escuela nueva. Informe final. Manizales: CRECE.

Rivera, A. (2019). Escuela rural y construcción de ciudadanía. Itinerarios de una etnografía escolar. Ediciones Unisalle.

Rivera, A., Zavala, M. 2019. Construcción de alternativas a problemáticas sentidas. Revisión de modelos educativos para el medio rural. Revista Latinoamericana de educación y estudios interculturales, 3(4), 70-86.

Rodríguez, C., Sánchez, F., y Armenta, A. (2007). Hacia una mejor educación rural: impacto de un programa de intervención a las escuelas en Colombia. Documento CEDE, (13), 1-34


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